Hablemos de berrinches

Bueno, este es un tema del que podría hablar horas, y no desde el lugar de dar consejos, no soy quien para hacerlo, aunque si creo, que mi experiencia personal, puede servir a otros, y por eso lo cuento, además que escribir este blog es una forma de entenderme y ayudarme a mi misma.
Si ponen en google "como manejar rabietas" encuentran toneladas de información, con items y pasos a seguir, como si se trataran de manuales de instrucciones, como si a todos los padres y a todos los niños nos funcionara lo mismo...
Si afirmo esto, es porque en algún momento de desesperación y hartazgo recurrí a google, buscando esa respuesta, rápida, instantánea, milagrosa... LA solución al problema...
Confieso, terminé mas confundida, culposa y presionada que antes.
Lucas es mi segundo hijo. Tiene 4 años y medio y según estos instructivos, la etapa de los berrinches, son los "terribles 2", etapa que hemos pasado ampliamente, no así, sus desmedidos enojos.
Con el segundo hijo, pensás... (y todos te dicen): todo será más fácil, ya sabés un montón de cosas que aprendiste con el primero. Mi experiencia, es que no solo no me sirvió lo que aprendí con el primero, sino que tuve que desaprender y volver a aprender.
NADA de lo que funcionó con Juan, funciona con Lucas.

Juan se relajaba con música, a Juan le gustaban los masajes, a Juan le gustaba que lo acune para dormir. Los berrinches se pasaban muy rápido en cuanto encontraba distraer su atención o hacerlo reír.

Ok. Quememos todos esos papeles porque con Lucas, señoras y señores NO funciona. Y si ya se que las comparaciones son odiosas, y más entre hermanos, pero me sirvió para ubicar el problema. Entender esto de que son dos seres independientes, se crían juntos, aunque ellos tienen necesidades bien diferentes.

La mirada y la opinión de los demás es posiblemente lo mas doloroso, y molesto. "No probaste con..." "ay pero que le pasa a ese nene..." "Toma mi amor un caramelito..así dejas de llorar" (todo acompañado de una mirada penetrante donde uno puede ver una catarata de juicios al respecto de mi accionar)
Claro, lo que no sabía la señora del quiosco es que el chico venía de un cumpleaños con un atracón de caramelos, cuando pasamos por el lugar, el berrinche se desató porque le dije que NO a su pedido de MAS caramelos...
En fin, situaciones como esta se repiten... a diario.
"No será que estás: nerviosa, cansada, preocupada, con mucho trabajo, con poca paciencia, con mucho stress, con algún problema... porque viste, los chicos perciben todo". Si conocen a alguien que este el 100% del tiempo sin alguna de estas situaciones en su vida, que me avise, me quisiera tomar un café.
Voy y vengo entre un gran esfuerzo que me genera controlar estos berrinches saliendo airosa y el desgano de sentirme totalmente derrotada por la situación.

Hace unas semanas, mi gran amiga, su madrina, de visita en casa, toma estas fotos.
Y no son solo fotos, es como si su esencia, hubiera sido capturada.


Esencia con la que lucho, reniego, peleo, grito, lloro...
Vi las foto y no pude ver otra cosa mas que belleza.
Lo vi a Lucas.


Dude en exponer esta parte suya que tanto nos cuesta asimilar, dudé porque se supone que los niños tienen que ser felices TODO el tiempo, y así es, como nos llenamos de mandatos, obligaciones, exigencias, de que todo tiene que ser perfecto, de que la maternidad es un mundo ma ra vi llo so, y si es de otra manera, bueno... si es de otra manera, hay un problema.
Vi aquí, su personalidad, lo vi a él, en su máxima expresión, vi sus gestos, su mirada desconfiada, sus brazos cruzados, sus manitos abrazándose, su boca con trompa, su cabeza hacia abajo, su ceño fruncido...


Lucas tiene momentos de felicidad y momentos de enojo. No disfruta del contacto y los besos de personas que no ve a diario o con las que no convive, no le gusta sentirse observado, le da celos que felicitemos al hermano, y se enoja cuando lo felicitamos a el... Lucas quiere todo ¡ya! se enoja si no consigue lo que quiere, su umbral de tolerancia y frustración es muy bajo.
Lucas ama el fútbol, jugar y patear la pelota incansablemente, Lucas canta canciones enteras sin ningún error, canta también, en inglés. Le encanta pintar y dibujar, le interesan las letras, y ya puede escribir su nombre. Lucas puede expresar su amor en forma espontanea, y efusiva, ¡Te amo mamá! Papá...¡Te te quiero mucho! nos dice, mil veces por día. Ama a su hermano, se preocupa por él, cuando le pasa algo, y también tiene muchos celos... así el circulo continua.

Mi gran aprendizaje con estas imágenes es que Lucas es un todo. Un todo indivisible. Como el Ying y el yang, como las caras de una moneda.
El gran desafío es poder verlo todos los días como en estas fotos, sacando belleza, y amor de esos momentos caóticos, tomar distancia, no enredarme con su estado y quedar atrapada con el en la ira, mirar con perspectiva, saber que el tampoco la esta pasando bien, poder ser un canal que pueda ayudarlo a no enojarse más, o al menos no enojarse tanto.

La palabra clave es: empatía.
Tratar de entender que le pasa a el, y no cual es la reacción que yo espero, ante determinada situación. Respetar su mirada, respetar sus tiempos, conectarme con el, poner límites, hablar con firmeza, hacerle saber que se puede frustrar, que vale sentirse mal, pero que tiene que poder tolerarlo, ayudarlo elevar ese umbral. Un abrazo fuerte, una palabra firme, y pedirle que respire, son las cosas que hoy me ayudan a ayudarlo. Y también me hacen sentir mejor, aveces lo logro, otras no, cuando pasa, me alivio de no haber quedado atrapada con el. Y sino... se que la próxima tengo que retomar el camino, y me perdono.

Ayudarlo a que encuentre su manera de ser feliz, es mi misión, ayudarlo a salir de ese escondite del enojo, y que aparezca su sonrisa  luminosa, su mirada pícara, seductora, sus palabras dulces, sus canciones, sus dibujos, sus goles...
Y que cada día brille un poco más.



Te amo Lucas!

Crédito y un GRACIAS infinito por estas fotos: Natalia Fabiano Photography
¡No dejen de seguirla!











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